La revolución (ecosocialista y
ecofeminista) tendríamos que haberla
hecho ayer
Jorge Riechmann
Incluso procesos como la fotosíntesis y la polinización están hoy amenazados
En China, ese paradójico país ultracapitalista gobernado por el Partido Comunista chino, el nivel
de contaminación atmosférica en muchas zonas es tal que la falta de luz afecta ya a la fotosíntesis
de las plantas, amenazando la producción agrícola. Las noticias que llegan desde Pekín son
dantescas:
La grave situación (…) provoca la muerte prematura de miles de personas en el
país cada año y ha empeorado el número de casos de cáncer de pulmón en la
capital, [pero además] tiene otra derivada con potenciales consecuencias
catastróficas sobre la agricultura y la alimentación. He Dongxian, profesora en la
Universidad de Agricultura de China, en Pekín, asegura que un experimento
realizado en la municipalidad durante meses recientes ha mostrado una
ralentización drástica del proceso de fotosíntesis, según informa el diario de Hong
Kong South China Morning Post. En las pruebas, el crecimiento de semillas de
pimientos y tomate, que normalmente emplean veinte días en convertirse en
plantas de semillero con luz artificial en un laboratorio, tardaron más de dos meses
en germinar en una granja- invernadero en uno de los distritos de las afueras de
Pekín. He asegura que las membranas y contaminantes que se pegan a la superficie
de los invernaderos reducen la cantidad de luz que llega a las plantas a la mitad. (…) La investigadora afirma que la mayoría de las plantas que germinaron eran
débiles o estaban enfermas, lo cual ‘reducirá la producción agrícola este año’.
También advierte que, si la niebla tóxica continúa o se intensifica, la producción
de alimentos en China ‘sufrirá consecuencias devastadoras’. (…) Algunas
empresas están estudiando instalar equipos de iluminación artificial, y muchas
granjas han incrementado de forma importante el uso de hormonas vegetales para
estimular el crecimiento de las plantas, afirma el periódico. (Reinoso 2014)
La fotosíntesis es el proceso de base para la vida sobre la Tierra. Su intensa perturbación en
regiones planetarias enteras nos indica la gravedad de la interferencia humana que está teniendo
lugar en esta fase final del capitalismo a la que los geólogos nos proponen llamar ya Antropoceno;
la mortandad masiva de insectos polinizadores –comenzando por las abejas— apunta en el
mismo sentido. Las cuatro quintas partes de los alimentos que cultivamos son polinizados por
insectos: pero “todos ellos corren peligro” en el siglo XXI, apunta Marla Spivak, de la Universidad
de Minnesota (citada en Robbins 2013).
Para reconstruir la actualidad de hoy podríamos releer algunas páginas de La situación de la clase
obrera en Inglaterra de Friedrich Engels: aquel reportaje y tratado sociológico de hace casi dos
siglos nos situaría en un mundo muy cercano al que describe el artículo del South China Morning
Post en 2014. El capitalismo en su infancia explotaba a las personas y devastaba la naturaleza; el
capitalismo en su senectud explota a las personas y devasta la naturaleza. La diferencia es que
ahora, después de dos siglos de industrialización capitalista, es ya el planeta entero el que está
sometido a esas dinámicas; y la destrucción se ha acelerado tanto que apenas tenemos ya tiempo
para luchar por un cambio de rumbo. Por ejemplo, actualmente se genera en sólo un año más
“carbono negro” (hollín y partículas sobre todo) por el uso de leña y carbón (en África y Asia
principalmente) del que se produjo en toda la Edad Media (Emmott 2013: 80).
En noviembre de 2012, la consultora y empresa de asesoramiento financiero
PricewaterhouseCoopers, la mayor de las llamadas Big Four (Cuatro Grandes), publicó un
informe donde se llegaba a la conclusión de que ya era demasiado tarde para mantener el
aumento futuro de las temperaturas medias globales por debajo de la línea de seguridad de dos
grados centígrados (con respecto a las temperaturas preindustriales). “Ha llegado el momento de
prepararse para un mundo más caliente”, se afirma en el informe (PwC 2012).2 La revolución
(ecosocialista) tendríamos que haberla hecho ayer.
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