Introducción
La emergencia, a fines del siglo XX, de una nueva disciplina llamada “ecología” permitió transitar un camino renovado de integración de conocimientos específicos intentando un proceso de complementación y articulación en pos de acercarse mejor a la complejidad de la realidad. La incorporación, con posterioridad, de los factores humanos dentro del estudio del proceso ecológico abrió aún más el campo para una comprensión más acabada de la complejidad, al mismo tiempo que la sana confusión entre ciencia y movimiento social retomaba el ideal -presente en los orígenes de la modernidad- del cambio y la transformación de la sociedad a partir de una interdependencia claramente fructífera. Pero este proceso de apertura e integración encontró sus limites hace un par de décadas atrás cuando la especialización disciplinaria volvió a ocupar su lugar imponiéndose nuevamente por sobre cualquier proceso de apertura y la apatía y el conformismo posmoderno-neoconservador atenuó fuertemente toda esperanza de cambio. Esto último, parece estar revirtiéndose levemente con el resurgimiento de alguna utopía transformadora a fines del siglo XX. La especialización disciplinaria, sin embargo, se ha consolidado invalidando todo potencial liberador surgido con la emergencia de los estudios ecológicos. Discutir y reflexionar sobre estos procesos de confluencia y separación es el objetivo de este trabajo
Los primeros cuestionamientos al orden contemporáneo vigente en tanto relación sociedad-naturaleza surgen, como suele ocurrir habitualmente, desde diferentes instancias de la llamada “sociedad civil”, es decir, por fuera de los ámbitos científicos y esto constituyó la generación de primeros movimientos sociales y/o culturales. Paralelamente y haciéndose eco de estos cuestionamientos, desde los ámbitos científicos se empieza a estudiar con más detalle esta relación, intentando primeramente escapar de la trampa tendida por las corporaciones académicas que reflejaban ya la tendencia marcada por Lukács (1984:174) en relación a la apariencia de “sistemas cerrados en si mismos” que adquirían las ramas del conocimiento moderno en la sociedad capitalista.
Pensar entonces, las relaciones entre naturaleza y sociedad implica necesariamente remitirse a (pero examinando y cuestionando) ciertos pilares fundamentales sobre los cuales se ha edificado tanto el conocimiento como la construcción de la realidad social en la modernidad. Las evaluaciones críticas sobre el capitalismo en tanto sistema que perpetua, aunque renovando las formas, los mecanismos de explotación, alienantes por lo tanto, del hombre por el hombre, son casi tan viejos como el capitalismo mismo. Casi todas estas, con el marxismo a la cabeza, intentaron un abordaje integrador (quedándose a medio camino en numerosos casos) para dar cuenta de las complejidades de componentes y relaciones de la sociedad moderna. Pero, con la constitución del positivismo y el historicismo (o ciencias de la comprensión) se consolidó, por el contrario, una férrea especialización disciplinaria que separó definitivamente la comprensión integral del complejo sociedad-naturaleza.
La emergencia, a fines del siglo XX, de una nueva disciplina llamada “ecología” permitió transitar un camino renovado de integración de conocimientos específicos intentando un proceso de complementación y articulación en pos de acercarse mejor a la complejidad de la realidad. La incorporación, con posterioridad, de los factores humanos dentro del estudio del proceso ecológico abrió aún más el campo para una comprensión más acabada de la complejidad, al mismo tiempo que la sana confusión entre ciencia y movimiento social retomaba el ideal -presente en los orígenes de la modernidad- del cambio y la transformación de la sociedad a partir de una interdependencia claramente fructífera. Pero este proceso de apertura e integración encontró sus limites hace un par de décadas atrás cuando la especialización disciplinaria volvió a ocupar su lugar imponiéndose nuevamente por sobre cualquier proceso de apertura y la apatía y el conformismo posmoderno-neoconservador atenuó fuertemente toda esperanza de cambio. Esto último, parece estar revirtiéndose levemente con el resurgimiento de alguna utopía transformadora a fines del siglo XX. La especialización disciplinaria, sin embargo, se ha consolidado invalidando todo potencial liberador surgido con la emergencia de los estudios ecológicos. Discutir y reflexionar sobre estos procesos de confluencia y separación es el objetivo de este trabajo
Los primeros cuestionamientos al orden contemporáneo vigente en tanto relación sociedad-naturaleza surgen, como suele ocurrir habitualmente, desde diferentes instancias de la llamada “sociedad civil”, es decir, por fuera de los ámbitos científicos y esto constituyó la generación de primeros movimientos sociales y/o culturales. Paralelamente y haciéndose eco de estos cuestionamientos, desde los ámbitos científicos se empieza a estudiar con más detalle esta relación, intentando primeramente escapar de la trampa tendida por las corporaciones académicas que reflejaban ya la tendencia marcada por Lukács (1984:174) en relación a la apariencia de “sistemas cerrados en si mismos” que adquirían las ramas del conocimiento moderno en la sociedad capitalista.
Pensar entonces, las relaciones entre naturaleza y sociedad implica necesariamente remitirse a (pero examinando y cuestionando) ciertos pilares fundamentales sobre los cuales se ha edificado tanto el conocimiento como la construcción de la realidad social en la modernidad. Las evaluaciones críticas sobre el capitalismo en tanto sistema que perpetua, aunque renovando las formas, los mecanismos de explotación, alienantes por lo tanto, del hombre por el hombre, son casi tan viejos como el capitalismo mismo. Casi todas estas, con el marxismo a la cabeza, intentaron un abordaje integrador (quedándose a medio camino en numerosos casos) para dar cuenta de las complejidades de componentes y relaciones de la sociedad moderna. Pero, con la constitución del positivismo y el historicismo (o ciencias de la comprensión) se consolidó, por el contrario, una férrea especialización disciplinaria que separó definitivamente la comprensión integral del complejo sociedad-naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario