ECOLOGIA Y COSTES DE PRODUCCION CAPITALISTAS: NO HAY SALIDA Immanuel Wallerstein

Casi todo el mundo acepta hoy que durante los últimos 30 años se ha producido una grave degradación del entorno natural en que vivimos, a posteriori si hablamos de los últimos cien o quinientos años. Así es, a pesar de los frecuentes e importantes inventos tecnológicos y de una expansión del conocimiento científico que podrían habernos hecho creer que conducirían hacia una consecuencia totalmente opuesta. Uno de los resultados de esto es que actualmente, a diferencia de lo que ocurría hace 30, 100 o 500 años, la ecología se ha convertido en un problema político importante en muchas partes del mundo. Incluso, existen movimientos políticos razonablemente significativos organizados esencialmente en torno a la defensa del medio ambiente para impedir una mayor degradación e intentar revertir la situación en la medida en que sea posible.
Evidentemente, la gravedad atribuida a este problema contemporáneo oscila entre la opinión de aquellos que creen inminente el día del juicio final y la de quienes consideran que puede estar cercana una solución técnica. Creo que la mayoría de las personas tienen una postura situada entre esas dos opiniones extremas. Yo no estoy en posición adecuada para hablar de este tema desde un punto de vista científico, pero aceptaré como plausible esa apreciación intermedia y me dedicaré a analizar la relevancia de este asunto para la economía política del sistema-mundo. Por supuesto, el universo se encuentra en un incesante cambio, por lo que el mero hecho de que las cosas ya no sean como eran antes es tan banal que no merece que se le preste ninguna atención. Además, dentro de esta constante turbulencia hay modelos de renovación estructural, a los que llamamos vida. Los fenómenos vivos, u orgánicos, tienen comienzo y fin para cada existencia individual, pero en el proceso se produce procreación, de forma que las especies tienden a conservarse. Pero esta renovación cíclica nunca es perfecta, y, por lo tanto, la ecología global nunca se mantiene estática.
Por otra parte, todos los fenómenos vivos ingieren de alguna forma productos procedentes del exterior, entre los que se encuentran la mayoría de las veces otros fenómenos vivos, y la proporción predador/presa no es nunca perfecta, por lo que el medio biológico está en constante evolución. Más aún, los venenos también son fenómenos naturales y juegan un papel en el equilibrio ecológico desde mucho antes de que los seres humanos entraran en juego. El que hoy sepamos mucha más química y biología que nuestros antepasados quizá nos haga más conscientes de la presencia de toxinas en nuestro medio ambiente, aunque también podría no ser así, ya que actualmente estamos enterándonos de cuan sofisticados eran los pueblos pre-alfabetizados en lo que se refería a toxinas y antitoxinas. Nosotros aprendemos todas estas cosas en la escuela y en la enseñanza secundaria, así como en la simple observación de la vida cotidiana. No obstante, frecuentemente tendemos a despreciar estas obvias limitaciones cuando hablamos de la política relacionada con los temas ecológicos.
Plantearse estos problemas sólo tiene sentido si creemos que en los últimos años ha ocurrido algo especial o adicional, aumentando el peligro, y si, al mismo tiempo, creemos que es posible hacer algo frente a ese peligro incrementado. Generalmente, el planteamiento de los verdes y de otros movimientos ecologistas incluye ambos aspectos: nivel creciente de peligro (por ejemplo, agujeros en la capa de ozono, efecto invernadero, fusiones atómicas) y soluciones potenciales. Como dije, estoy dispuesto a tomar como punto de partida la suposición de que resulta razonable plantearse que estamos ante una amenaza creciente, que requiere alguna reacción urgente. Sin embargo, a fin de reaccionar con inteligencia frente a esa amenaza, debemos hacernos dos preguntas: ¿quién está en peligro?, ¿por qué existe esta mayor amenaza? A su vez, la pregunta "peligro para quién" tiene dos componentes: quién entre los seres humanos y quién entre los seres vivos. La primera pregunta saca a relucir la comparación entre las actitudes del Norte y del Sur frente a los problemas ecológicos. La segunda afecta a la ecología profunda. Pero ambas preguntas implican, de hecho, aspectos relativos a la naturaleza de la civilización capitalista y al funcionamiento de la economía-mundo capitalista, lo que significa que antes de poder dar respuesta al "quién está en peligro" debemos analizar mejor cuál es la fuente del peligro.

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