CRISIS ECOLÓGICA, CAPITALISMO, ALTERMUNDISMO. UN PUNTO DE VISTA ECOSOCIALISTA - Michael Lowy

Crisis ecológica y cambio climático
La crisis ecológica planetaria alcanzó un cambio decisivo con el fenómeno del cambio climático. Primera constatación: todo se acelera más rápidamente que lo previsto. La acumulación de gases invernadero, el alza de la temperatura, la fundición de los glaciares polares y de las “nieves perpetuas”, las sequías, las inundaciones: todo se precipita, y los balances de los científicos, apenas secada la tinta de los documentos, se revelan demasiado optimistas. Ahora se inclinan, cada vez más, hacia escalas más elevadas, en las previsiones para los diez, veinte, treinta próximos años. A eso es necesario añadir algunos peligros, todavía poco estudiados, pero que corren el riesgo de provocar un salto cualitativo en el efecto invernadero y un descontrol incontrolable del recalentamiento del planeta: me refiero a los 400 miles de millones de toneladas de CO2 por el momento aprisionados en el permafrost (permagel o permacongelamiento), esta tundra congelada que se extiende de Canadá a Siberia. Si los glaciares comienzan a fundirse, ¿por qué el permafrost no se fundiría también?
Existen algunos escenarios de riesgo, es decir, si la temperatura sobrepasa los 2°/3° grados: los científicos evidentemente elaboran cuadros catastróficos, pero se saben ya los riesgos en los que incurren: elevación del nivel del mar, con inundación, no solamente de Dacca y otras ciudades costeras asiáticas, sino también de… Londres y Nueva York. Desertización de las tierras, a una escala gigantesca. Falta de agua potable. Catástrofes “naturales” (huracanes, maremotos, etc.) en serie. Se podría alargar la lista. A partir de un determinado nivel de la temperatura -seis grados, por ejemplo-, ¿la tierra será todavía habitable para nuestra especie? Desgraciadamente, no disponemos actualmente de un planeta de reemplazo en el universo conocido de los astrónomos
¿Quién es responsable de esta situación, inédita en la historia de la humanidad? Es el Hombre, nos responden los científicos. La respuesta es justa, pero un poco corta: el hombre vive sobre Tierra desde hace milenios y la concentración de CO2 ha comenzado a convertirse en un peligro desde hace algunas décadas solamente. Como marxistas, respondemos esto: la falta incumbe al sistema capitalista, a su lógica absurda e irracional de expansión y acumulación al infinito, su productivismo obsesionado por la búsqueda de beneficio.
¿Cuáles son, entonces, las propuestas, las soluciones, las alternativas propuestas por los “responsables”, las élites capitalistas dirigentes? Es poco decir que no están a la altura del reto. A veces hacen el ridículo: qué decir de la última reunión del G8 (junio de 2007), ese pomposo encuentro de las potencias de este mundo, en el se que decidió solemnemente, con el acuerdo de George Bush, la Unión Europea, Japón y el Canadá -los grandes contaminadores del planeta- que era necesario “tener en cuenta seriamente” la propuesta de reducción de las emisiones de CO2. ¿No es formidable? Por otra parte Nicolas Sarkozy se felicitó ruidosamente de haber convencido a George W. Bush de incluir, in extremis, el adverbio “seriamente” en la resolución… [1]
Otro ejemplo luminoso: la fundición de los glaciares árticos del Polo Norte se produce más rápidamente que lo previsto: según las últimas observaciones científicas, (octubre de 2007), se prevé su completa disolución ¡no hacia 2050 sino hacia 20020! Ello tiene el riesgo de consecuencias dramáticas; por una parte, un efecto de retroalimentación (feed-back); mientras que el hielo refleja, como un espejo, el calor solar, el mar o la tierra lo absorben, intensificando de esta manera el cambio climático; por otra parte, el peligro, a largo plazo, de una elevación del nivel del mar que sumergiría a países enteros (un riesgo real para los Países Bajos, según un informe de la Unión Europea). Ahora bien, ¿qué hacen los gobiernos limítrofes de la región, los EE.UU, Rusia y el Canadá? Se disputan, a golpes de expediciones militares patrióticas, el trazado de las respectivas zonas de soberanía, para la futura explotación de petróleo que yace actualmente bajo los glaciares…
¿Y qué decir de los acuerdos de Kioto, expresión de los gobiernos (burgueses) “más esclarecidos”, desde el punto de vista ecológico? Su dispositivo central, el “Mercado de los Derechos de emisión”, se reveló como una operación tragicómica: las cuotas de emisión distribuidas por los “responsables” eran tanto generosas, que todos los países han terminado el año 2006 con grandes excedentes de “derechos de emisión”. Resultado: el precio de la tonelada de CO2 se hundió de 20 euros en 2006 a menos de un euro actualmente… Es digno de mención también el último remedio milagroso, elaborado por Bush y Lula, pero que interesa también a Europa: sustituir al petróleo -de todos modos, destinado a agotarse- por los agro-combustibles (agrocarburantes). Los cereales o el maíz, más que alimentar al pueblo muerto de hambre del Tercer mundo, ahora llenarán los tanques de los coches de los países ricos. Según la FAO (Food and Agricultura Organización) de las Naciones Unidas, los precios de los cereales ya aumentaron considerablemente, debido a importante demanda de los agro-combustibles, condenando al hambre a millones de personas de los países pobres. Sin hablar de que debido a la producción de estos combustibles, que exigen fertilizantes, pesticidas, etc., se corre el riesgo de producir tanto CO2 como el que producen las energías fósiles.
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1 comentario:

  1. Anónimo6/5/10 14:00

    Desde China hasta USA, desde Islandia hasta Australia la humanidad está sometida a una economía de monopolios desde por lo menos 500 años. La tecnología sirvió de catalizador para acelerar la destrucción planetaria como una consecuancia de dichas economías. Ni las economías soviética ni la china de Mao ni las actuales economías de Cuba o Corea del Norte han sido la excepción.
    Un propuesta altermundista es necesariamente contraria a todo monopolio privado o público.

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