CAPITAL Y NATURALEZA: CRISIS, DESIGUALDAD Y CONFLICTOS ECOLOGICOS Ignacio Sabbatella

1. Introducción

¿Es posible hablar de ecología en una Jornada de Economía Política? ¿Tiene sentido ampliar el horizonte de las tendencias del capitalismo mundial para avizorar los nuevos problemas ecológicos? ¿Es procedente desplegar una teoría marxista ecológica para tratar estos problemas?
La respuesta que conduce este trabajo es necesariamente afirmativa. La problemática ambiental pocas veces tiene lugar en las ciencias sociales y menos aún en el ámbito académico argentino. Sin embargo, es el propio funcionamiento del modo de producción y reproducción capitalista el que la torna un tema de acuciante interés.
Con mayor asiduidad, se alzan voces sobre una “crisis ecológica global” por parte de expertos y empresas periodísticas que describen las consecuencias del cambio climático. Sus causas son atribuidas abstractamente a la humanidad, a la acción del hombre, a la civilización industrial, etc. Aquí confrontaremos esta perspectiva desde el herramental teórico del marxismo ecológico y de la ecología política. Nos seduce la posibilidad de enriquecer la vasta tradición marxista con una nueva mirada de la relación entre el hombre y la naturaleza y específicamente el modo en que el régimen capitalista de producción se apropia de su entorno natural. De esta forma, podremos develar las desigualdades subyacentes en las responsabilidades y efectos de esta crisis. La tendencia hacia una crisis ecológica no sólo se evidencia en la contaminación ambiental sino también en los problemas de aprovisionamiento de bienes naturales[2], debido a su agotamiento y/o encarecimiento. Entre los bienes naturales enumeramos agua, tierra, minerales, bosques nativos, biodiversidad y fuentes de energía (fósiles, eólica, hidroeléctrica, solar, etc). Además de contribuir a una conceptualización crítica desde el marxismo ecológico, buscamos en este trabajo hacer un aporte al análisis de la desigualdad ambiental como otra forma de desigualdad social, constituida a su vez por dos grandes variantes: la desigualdad en el acceso a un medioambiente sano y la desigualdad en el acceso y control de los bienes naturales. Asimismo, observaremos que el corolario de la desigualdad ambiental es el surgimiento de los conflictos socioambientales o los conflictos ecológico - distributivos, como los denomina Martínez Allier (2005).
Es decir que necesariamente debemos abordar la problemática ecológica integrando las esferas económica, social, cultural y política. Por tanto, el punto 2 del presente trabajo estará dedicado a discutir las causas estructurales de la problemática ambiental, rastreando los fundamentos del modo de producción capitalista y su relación con la naturaleza desde la óptica del marxismo ecológico.
De manera complementaria, abordaremos la desigualdad ambiental desde otros bagajes teóricos, como en el apartado 3.1 con la forma que adopta la desigualdad Norte-Sur.
Entendemos aquí a las desigualdades ambientales como una forma más de desigualdad social, así como existen desigualdades de clase, raza, género, etc. Aquí nos encontraremos con una primer dificultad: la imposibilidad de definir a las desigualdades ambientales como un compartimiento hermético al interior de las ciencias sociales. Como veremos en la sección 3.2, se entrecruza y moldea recíprocamente con otras desigualdades sociales. Es entonces cuando nos aproximaremos a las definiciones de ecologismo de los pobres, racismo ambiental y ecofeminismo.
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2 comentarios:

  1. Agregaría: la segunda forma de desigualdad ambiental, por contaminación, también puede ser traducida en clave de desapropiación: descarga en bienes comunes del residuo privado generado por el proceso capitalista de producción. Ganancias privadas, pérdidas comunes.
    Pensar la contaminación como relación de desapropiación permite aplicarle el mismo esquema conceptual que a las relaciones de apropiación, pero inviertiendo el signo de valor del objeto.

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  2. Gracias Raúl por tu comentario. Creo que es posible verlo tanto de una forma como de otra, son dos caras de la misma moneda. La apropiación (de una minoría) conlleva la desapropiación (de la mayoría). En ese sentido, es interesante analizar el avance sobre la privatización de la atmósfera, dada su capacidad de absorber carbono, calculada en 1000 gigatoneladas. Precisamente en Copenhague se está discutiendo quién tiene derecho a contaminar, cuándo, cuánto, cómo, etc. Desde la lógica del capital la solución pasa por mercantilizar los bienes y servicios de la naturaleza. Así parece que algunos ya le han puesto precio a la tonelada de carbono que la atmósfera puede absorber: 50 dólares (Página 12, 18/12/09). Es decir que quien tenga dinero, podrá adquirir una porción de atmósfera y, por lo tanto, tendrá derecho a emitir la cantidad de CO2 correspondiente. En detrimento, el resto de la población mundial se verá imposibilitada de disfrutar las bondades de la atmósfera, al mismo tiempo que sufrirá las consecuencias de la contaminación originada por otros.

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